29 ¡Rendid a Yahveh la gloria de su Nombre! Traed ofrendas y en sus
atrios entrad. ¡Postraos ante Yahveh en esplendor sagrado!
30 ¡Tiemble ante su faz la tierra entera! El orbe está seguro, no vacila.
31 Alégrense los cielos y la tierra jubile. Decid entre las gentes:
«¡Yahveh es rey!»
32 ¡Retumbe el mar y cuanto encierra! ¡Exulte el campo y cuanto en él
existe!
33 Griten de júbilo los árboles de los bosque ante Yahveh, pues viene
a juzgar la tierra.
34 ¡Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor!
35 Y decid: «¡Sálvanos, oh Dios de nuestra salvación! Reúnenos y
líbranos de las naciones, para dar gracias a tu Nombre santo y gloriarnos en
tu alabanza.»
36 Bendito sea Yahveh, el Dios de Israel, por eternidad de
eternidades.» Y todo el pueblo dijo: «Amén.» Y alabó a Yahveh.
37 David dejó allí, ante el arca de la alianza de Yahveh, a Asaf y a sus
hermanos, para el ministerio continuo delante del arca, según el rito de cada
día;
38 y a Obededom, con sus hermanos, en número de 68, y a
Obededom, hijo de Yedutún, y a Josá, como porteros;
39 y el sacerdote Sadoq y a sus hermanos, los sacerdotes, delante de la
Morada de Yahveh, en el alto de Gabaón,
40 para que ofreciesen continuamente holocaustos a Yahveh en el
altar de los holocaustos, por la mañana y por la tarde, según todo lo escrito
en la Ley que Yahveh había mandado a Israel.
41 Con ellos estaban Hemán y Yedutún y los restantes escogidos y
nominalmente designados para alabar a Yahveh: «Porque es eterno su
amor.»